jueves, noviembre 23, 2006

MÉTODO SOCIALISTA PARA HERVIR CEREBROS

MÉTODO SOCIALISTA PARA HERVIR CEREBROS PRÓXIMOS A LAS URNAS.

Cualquier español sin graduación de más de siete años de antigüedad sabe que en los hechos y en los dichos socialistas hay unas constantes, de donde deduce que emplean un método general para seguir agarrados al poder y a la teta.

Queridos Alumni, hijos míos: el socialismo no es un conjunto de ideas, como vimos ayer, pero tiene mucha miga y conoce perfectamente las técnicas de marketing, relaciones publicas y propaganda. Por eso puede gobernar como en desbandada y sobrevivir una y otra vez al asombro de la población, que ve cómo desaparecen dineros y libertades, mientras que los propios militantes aceptan que la mitad de los suyos es de derechas: No hay masones de izquierda, porque son unos burguesotes.

Dedicaremos una clase a citar todos los métodos socialistas que hemos detectado en Trapisonda, pero hoy nos bastará con citar tres que son muy empalagosos: No responder a los ataques, sino atacar ellos por otro lado hasta que se olvida lo que les han llamado. Atribuir sus malos pensamientos a los otros. Y no olvidar jamás el «alivio cómico», un personaje al que el pueblo y los partidos pueda llamar tarugo y que cargue con todas las medidas desafortunadas del gobierno. Piensen en el actual: Moratinos.

Si se parte de una idea básica, refrendada por los siglos, se entiende mejor la jugarreta: El socialismo, por su naturaleza esquinada y conspiratoria, nunca dice la verdad, de modo que cuanto nos afirmen y prometan ya se sabe que será mentira, y que aprovecharán cualquier crítica desfavorable para volverla contra sus contrarios. Lo hacen muy bien y confunden al personal.

O sea, Alumni, ¿cómo se arregla un problema en democracia? Nunca negándolo sino presentándolo como consecuencia de algún extravío anterior del enemigo y transmitiendo que, sin los contrarios, jamás a los socialistas se les hubiera ocurrido el desatino. Vemos lo que responden cuando les atribuyen verdades bien documentadas:

-Oiga, que sus ministros van poco al Parlamento.
-Pues anda que los suyos, hace unos años…
No es verdad, claro, porque lo dicen los socialistas, pero el problema queda arreglado y ya se puede seguir incumpliendo el deber con impunidad. Así, todo:

-Oiga, que nos están matando soldados en Afganistán.
-Pues anda con los que murieron en el Irak.

-Oiga, que los incendios de Galicia han sido una barbaridad por falta de previsión.
-Anda que con el Prestige…

-Oiga, que están ustedes proponiendo que los jueces hagan la vista gorda con la legalidad vigente.
-Pues la derecha reagrupó presos en el País Vasco.
O, dicho para jóvenes inquietos, ¿qué tendrá que ver el culo con las témporas?

¿Se entiende bien el método, hijos míos? Podéis decir “qué cara”, con decepción. Es más: el socialismo actual, achicharradas las ideologías por el bochorno, es un conjunto de métodos para aturdir y equivocar a la masa de ciudadanos que se vayan a acercar a las urnas. Por eso no es nada raro que acusen a todos de mentir, y de robar y de secretear: eso es lo que hacen ellos, por el interés. Y no les va mal, pues tienen la cara a propósito para decir y no ruborizarse. Y cuando ni siquiera es posible una respuesta equívoca, soplan y resoplan sobre el rencor, lo encienden temporalmente y dejan que la gente se entretenga tirándose muertos a la cabeza y llamando cosas al clero, dentro de la rancia tradición hispánica.

Veamos qué aplicación puede sacarse de este conocimiento de los métodos trapisondistas del socialismo científico. ¿Puede un falangista titulado comprometerse con esta sociedad tan pantanosa? Ni con ninguna: es móvil y su evolución está sujeta a los intereses temporales que desencadenan olas de propaganda. Un día el arte es fundamental en España y otro se entrega el peso de las operacioes a los buenos iconoclastas.

Con lo transitorio no hay compromiso posible y para los socialistas todo es transitorio: desaparece una vez sucedido. Si hasta llevan perdidos más de quinientos muertos liquidados por el terrorismo desde la transición. No creen que haya nada permanente ni capaz de sobrevivir a lo temporal. Y lo dicen, sólo que muchos no los escuchan porque creen saber lo que el socialismo es. Se equivocan: lo que importa es precisamente lo contrario: lo que el socialismo no es.

Con su modelo de control social, piensan que la verdad sólo es aquello en lo que más gente cree. No tiene que ver con la realidad ni con la certeza ni con la ética ni con los universales, sino con las tragaderas de la sociedad sobre la que cae la plaga. Digan, con lástima, “Bendito el Aeropagita”.

El Rector Abundio el Fumador.