MÉTODO PARA PENSAR EN ESPAÑA
PARA PENSAR EN ESPAÑA:
Alumni, hijos míos: ¿habéis reparado ya que la Facultad de Falange es muy especial en sus métodos y en sus objetivos? Os haré una confesión: la Falange no se aprende: se practica, e incluye alegría de vivir y confianza en la Patria. Os diría aún más: Exceso de confianza en España.
Habréis notado algo poco usual en estos tiempos de pie quebrado y lengua catalana: no insultamos. Yo, vuestro Rector Magnífico, podría pasar el tiempo incitándoos contra el socialismo o el liberalismo: esas aventuras extranjeras. ¿Y lo hago? Podéis decir “noo”, con dos oes. Puede que, hechos a la vida del lector de periódicos, os preguntéis por qué no. Tal vez sospechéis que a los rectores se les caen las neuronas por exceso de pensamiento o que tengo algún miedo a las represalias. No es eso, no es eso. Podéis decir “Ortega y Gasset”, pero sin pronunciar una de las eses.
Y es que dispongo de un gran volumen de confianza en España. O sea, un falangista emplea su tiempo en pensar en la Patria, en revisar su historia y sus calamidades, con el propósito firme de llevarla a la vida apacible y sensata. Cuando uno se concentra en España no está para contemplar las mentiras de los profesionales de la política porque hay dos hechos razonables que conocemos: Que entre liberales y marxistas han consumido dos siglos tratando de disolver la Patria o, al menos, tratando de adulterarla y que no lo han conseguido. Por lo tanto es poco probable que se salgan con la suya. Y porque esos grupos, que os tendrán como enemigos tan pronto como alcancéis la diplomatura, atribuyen la Patria a la “clase dominante”, al poder fáctico o a cualquier otra cosa que no contempla la realidad: o sea, que no se entera que la Patria es un elemento fundamental para integrar al hombre en su sociedad.
Pero no seáis idiotas, hijos míos. El hecho de que unos y otros lleven dos siglos fracasando en sus obsesiones, no significa que sean inocuos. Hoy mismo se ve, a simple vista, sin instrumental, que han conseguido adormecer la conciencia patriótica. Sabemos que resurgirá cuando sea necesario, pero no debemos descuidar la Prédica del Patriotismo con métodos modernos e interactivos, con métodos que hagan trabajar el pensamiento simbólico y curvo. Los contrarios a España ( en nombre de ideologías viejísimas) no se limitan a repetir que España es incómoda, nefasta y otras cosas que han leído en las leyendas negras. Usan un método de saturación y el viejo truco de acusar de antigüedad a todo lo que no son ellos, con lo que, por definición, transmiten que el progreso excluye las Patrias. E incluso llegan a decir, copiado de la Fundación de Isaac Asimov, que el Patriotismo es el último recurso de los tiranos. También el último recurso de los ineficaces, de los irrazonables, de los capitalistas, de los estúpidos y de muchos otros. Siempre les ha gustado –y saben cómo- que la gente piense en lo que ellos desean, que es un avanzado proceso de alineación.
Así que no seáis idiotas, hijos míos y no vayáis inermes al campo del pensamiento. No penséis que sólo nuestras grandes verdades os protegerán de las mentiras generales y de las insidias malevolentes. No os va a bastar con pensar en España y decirlo: necesitaréis ser metódicos y cautos y saber estimular a los neófitos para que lleguen, casi solos, a descubrir la importancia casi absoluta de una España en paz y próxima a la justicia. Recordad que el socialismo, por ejemplo, no contiene ideas sino reivindicaciones: por eso se contagia fácilmente en quienes necesitan tópicos para definir el mundo en que viven: no tienen la potencia necesaria para mirarlo por sí mismos. Nosotros, en cambio, basamos nuestra ciencia social en la razón y en la fuerza de los signos. Nosotros decimos que España es imprescindible, y lo demostramos. O sea, que necesitamos despertar la actividad cerebral y no unos simples gritos de envidia y guerra. Podéis decir “Vaya, vaya”, con y griega.
¿Cómo hacer que la gente inteligente llegue a una idea de España por sus propios medios, sin adoctrinarla ni hacerle trampas? Llevándola a pensar ella misma sobre el hecho de España y sobre la razón por la que la Idea de la Patria es miles de años anterior a la de nación o a la internacional. ¿Y cómo conseguir que la gente rompa a pensar sin obligarla? O sea, los extremismos que son liberalismo y marxismo disimulado, dan sus criterios en forma de píldoras que hay que memorizas. Hay una respuesta para cada asunto: la libertad, la propiedad, la justicia, la misión del hombre, el Barça… Usan un catecismo propio y laico.
La Falange no hace eso. No puede hacerlo. No puede convertir la razón ni la búsqueda de la verdad en un conjunto de preguntas y respuestas fijas. No puede considerar al hombre como papagayo ni tratar de obligarlo a pensar lo mismo sobre las mismas cosas. No queremos uniformar a España sino distinguirla y estimularla hacia la innovación y la comprensión del Universo. No hacemos trampas. Afirmamos la libertad que hay en cada hombre y tratamos no sólo de respetarla sino de rescatarla. Pueden ustedes decir “oh” en voz baja. Con profunda admiración.
Esto se consigue con una especie de versión de lo que los financieros llaman mercado de futuros. Porque no hay hombre que no haya pensado, incluso varias veces, en cómo le gustaría que fuera España, o sea, en los atributos que harían de nuestra Patria una sociedad más justa y una convivencia menos difícil. Para poner en marcha esta clase de pensamientos basta con indicar a cada uno que piense y que defina una España perfecta y a salvo de repetir historias tan peligrosas. O sea, incitar a que expliquen la España Ideal. Esto del ideal es importante porque ninguno de los dos extremismos básicos que nos gobiernan querrá hablar de ideales: una jugarreta del materialismo les impide pensar que la mente gobierne sobre las cosas y que la ilusión sea capaz de cambiar el mundo.
Vais y decís a la gente sensata: ¿En qué España quisieras vivir? Salvo los que vivan de la política, la mayoría recurrirá a conceptos universales y espirituales. Una España justa, unida, amable, fecunda, consciente de su dimensión, capaz de asumir su historia pero aprendiendo de ella.- Fuerte, respetada, temida si es necesario. Rica en dinero, en artes y en raíces. Razonable. Sensata. A ver, tú, el que te tiras de la oreja.
-Es que el profesor de Psicología Urgente nos enseñó que tirar del lóbulo de la oreja o de los dedos ayuda a entender y memorizar mejor.
-Y es cierto, pero con el inconveniente de que el cátedro te ve más y te elige. ¿Qué más pedirías de la España ideal?
-Lealtad entre las personas. Valor para ser lo necesario. Enseñanza no sectaria y juego limpio del Estado.
Bien: ya habéis cogido la idea. Es difícil que un español no tenga nada que pedir ni que reprochar a la Patria. Pero es fácil que muchos respondan “Yo que sé”, y es que de verdad no saben ni donde ni cómo quieren vivir. No los despreciéis por más que sepáis que esa clase de personas es la que hace las mayorías. No son enemigos. Sólo perezosos.
Una vez definida, entre todos o a solas, la España Ideal, es el momento de proponer que se definan los atributos más notables de la España Real, la de ahora: muerte de Montesquieu, o sea, inexistencia de una verdadera división de poderes. Corrupción en todos los aspectos de la vida social. Favoritismo. Falso pragmatismo, porque nada hay tan poco ajustado a la práctica como las sectas. Poca igualdad ante la ley y demasiada ante la represión. En general lo que sucede hoy, y la voluntad de que así sea, dará atributos contrarios a los de la España Ideal.
El Falangista Diplomado no tendrá que añadir nada. Ni siquiera hacer notar la enorme diferencia entre lo que se desea y lo que se tiene. Cualquier español lo comprende sin esfuerzo, y casi todos acaban recordando mucho más de lo que creían saber. Además, como llegan ellos solos, por jornadas ordinarias, a la definición de nuestras tristezas, se las creen y están seguros de no haber sido manipulados o engañados. La propia cabeza suele ser de confianza. Decid todos: “Mente repajolera”, rascando bien la jota.
-Mente repajjjolera. –dijeron los alumnos mediante tres jotas, pero en realidad pensaban “qué placer el de romper a pensar”.
Y se pusieron a meditar sobre la España de los Sueños, la más real entre todas las posibles. Porque a esa sí la quieres.
Habréis notado algo poco usual en estos tiempos de pie quebrado y lengua catalana: no insultamos. Yo, vuestro Rector Magnífico, podría pasar el tiempo incitándoos contra el socialismo o el liberalismo: esas aventuras extranjeras. ¿Y lo hago? Podéis decir “noo”, con dos oes. Puede que, hechos a la vida del lector de periódicos, os preguntéis por qué no. Tal vez sospechéis que a los rectores se les caen las neuronas por exceso de pensamiento o que tengo algún miedo a las represalias. No es eso, no es eso. Podéis decir “Ortega y Gasset”, pero sin pronunciar una de las eses.
Y es que dispongo de un gran volumen de confianza en España. O sea, un falangista emplea su tiempo en pensar en la Patria, en revisar su historia y sus calamidades, con el propósito firme de llevarla a la vida apacible y sensata. Cuando uno se concentra en España no está para contemplar las mentiras de los profesionales de la política porque hay dos hechos razonables que conocemos: Que entre liberales y marxistas han consumido dos siglos tratando de disolver la Patria o, al menos, tratando de adulterarla y que no lo han conseguido. Por lo tanto es poco probable que se salgan con la suya. Y porque esos grupos, que os tendrán como enemigos tan pronto como alcancéis la diplomatura, atribuyen la Patria a la “clase dominante”, al poder fáctico o a cualquier otra cosa que no contempla la realidad: o sea, que no se entera que la Patria es un elemento fundamental para integrar al hombre en su sociedad.
Pero no seáis idiotas, hijos míos. El hecho de que unos y otros lleven dos siglos fracasando en sus obsesiones, no significa que sean inocuos. Hoy mismo se ve, a simple vista, sin instrumental, que han conseguido adormecer la conciencia patriótica. Sabemos que resurgirá cuando sea necesario, pero no debemos descuidar la Prédica del Patriotismo con métodos modernos e interactivos, con métodos que hagan trabajar el pensamiento simbólico y curvo. Los contrarios a España ( en nombre de ideologías viejísimas) no se limitan a repetir que España es incómoda, nefasta y otras cosas que han leído en las leyendas negras. Usan un método de saturación y el viejo truco de acusar de antigüedad a todo lo que no son ellos, con lo que, por definición, transmiten que el progreso excluye las Patrias. E incluso llegan a decir, copiado de la Fundación de Isaac Asimov, que el Patriotismo es el último recurso de los tiranos. También el último recurso de los ineficaces, de los irrazonables, de los capitalistas, de los estúpidos y de muchos otros. Siempre les ha gustado –y saben cómo- que la gente piense en lo que ellos desean, que es un avanzado proceso de alineación.
Así que no seáis idiotas, hijos míos y no vayáis inermes al campo del pensamiento. No penséis que sólo nuestras grandes verdades os protegerán de las mentiras generales y de las insidias malevolentes. No os va a bastar con pensar en España y decirlo: necesitaréis ser metódicos y cautos y saber estimular a los neófitos para que lleguen, casi solos, a descubrir la importancia casi absoluta de una España en paz y próxima a la justicia. Recordad que el socialismo, por ejemplo, no contiene ideas sino reivindicaciones: por eso se contagia fácilmente en quienes necesitan tópicos para definir el mundo en que viven: no tienen la potencia necesaria para mirarlo por sí mismos. Nosotros, en cambio, basamos nuestra ciencia social en la razón y en la fuerza de los signos. Nosotros decimos que España es imprescindible, y lo demostramos. O sea, que necesitamos despertar la actividad cerebral y no unos simples gritos de envidia y guerra. Podéis decir “Vaya, vaya”, con y griega.
¿Cómo hacer que la gente inteligente llegue a una idea de España por sus propios medios, sin adoctrinarla ni hacerle trampas? Llevándola a pensar ella misma sobre el hecho de España y sobre la razón por la que la Idea de la Patria es miles de años anterior a la de nación o a la internacional. ¿Y cómo conseguir que la gente rompa a pensar sin obligarla? O sea, los extremismos que son liberalismo y marxismo disimulado, dan sus criterios en forma de píldoras que hay que memorizas. Hay una respuesta para cada asunto: la libertad, la propiedad, la justicia, la misión del hombre, el Barça… Usan un catecismo propio y laico.
La Falange no hace eso. No puede hacerlo. No puede convertir la razón ni la búsqueda de la verdad en un conjunto de preguntas y respuestas fijas. No puede considerar al hombre como papagayo ni tratar de obligarlo a pensar lo mismo sobre las mismas cosas. No queremos uniformar a España sino distinguirla y estimularla hacia la innovación y la comprensión del Universo. No hacemos trampas. Afirmamos la libertad que hay en cada hombre y tratamos no sólo de respetarla sino de rescatarla. Pueden ustedes decir “oh” en voz baja. Con profunda admiración.
Esto se consigue con una especie de versión de lo que los financieros llaman mercado de futuros. Porque no hay hombre que no haya pensado, incluso varias veces, en cómo le gustaría que fuera España, o sea, en los atributos que harían de nuestra Patria una sociedad más justa y una convivencia menos difícil. Para poner en marcha esta clase de pensamientos basta con indicar a cada uno que piense y que defina una España perfecta y a salvo de repetir historias tan peligrosas. O sea, incitar a que expliquen la España Ideal. Esto del ideal es importante porque ninguno de los dos extremismos básicos que nos gobiernan querrá hablar de ideales: una jugarreta del materialismo les impide pensar que la mente gobierne sobre las cosas y que la ilusión sea capaz de cambiar el mundo.
Vais y decís a la gente sensata: ¿En qué España quisieras vivir? Salvo los que vivan de la política, la mayoría recurrirá a conceptos universales y espirituales. Una España justa, unida, amable, fecunda, consciente de su dimensión, capaz de asumir su historia pero aprendiendo de ella.- Fuerte, respetada, temida si es necesario. Rica en dinero, en artes y en raíces. Razonable. Sensata. A ver, tú, el que te tiras de la oreja.
-Es que el profesor de Psicología Urgente nos enseñó que tirar del lóbulo de la oreja o de los dedos ayuda a entender y memorizar mejor.
-Y es cierto, pero con el inconveniente de que el cátedro te ve más y te elige. ¿Qué más pedirías de la España ideal?
-Lealtad entre las personas. Valor para ser lo necesario. Enseñanza no sectaria y juego limpio del Estado.
Bien: ya habéis cogido la idea. Es difícil que un español no tenga nada que pedir ni que reprochar a la Patria. Pero es fácil que muchos respondan “Yo que sé”, y es que de verdad no saben ni donde ni cómo quieren vivir. No los despreciéis por más que sepáis que esa clase de personas es la que hace las mayorías. No son enemigos. Sólo perezosos.
Una vez definida, entre todos o a solas, la España Ideal, es el momento de proponer que se definan los atributos más notables de la España Real, la de ahora: muerte de Montesquieu, o sea, inexistencia de una verdadera división de poderes. Corrupción en todos los aspectos de la vida social. Favoritismo. Falso pragmatismo, porque nada hay tan poco ajustado a la práctica como las sectas. Poca igualdad ante la ley y demasiada ante la represión. En general lo que sucede hoy, y la voluntad de que así sea, dará atributos contrarios a los de la España Ideal.
El Falangista Diplomado no tendrá que añadir nada. Ni siquiera hacer notar la enorme diferencia entre lo que se desea y lo que se tiene. Cualquier español lo comprende sin esfuerzo, y casi todos acaban recordando mucho más de lo que creían saber. Además, como llegan ellos solos, por jornadas ordinarias, a la definición de nuestras tristezas, se las creen y están seguros de no haber sido manipulados o engañados. La propia cabeza suele ser de confianza. Decid todos: “Mente repajolera”, rascando bien la jota.
-Mente repajjjolera. –dijeron los alumnos mediante tres jotas, pero en realidad pensaban “qué placer el de romper a pensar”.
Y se pusieron a meditar sobre la España de los Sueños, la más real entre todas las posibles. Porque a esa sí la quieres.
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