CONSIDERAD LA MEMORIA HISTÓRICA
Alumni de la Facultad de Falange, hijos míos: considerad que la memoria histórica es asunto muy selectivo y preparáos para una vida de sufrimiento si no aprendéis a olvidar en cuanto cante el gallo.
No se si los psicólogos de después de Zapatero han estudiado una particularidad de la memoria: que no hay una sino varias, siendo la más exacta la que usamos para recordar las caras conocidas: capta los detalles, las proporciones entre uno y otro rasgo y lo conserva todo en buen estado.
Fijáos en que reconoceréis una cara nada más verla, pero no así una mano o una teta, por así decir. Todos los humanos -y las humanas más- nos parecemos mucho y no nos podemos reconocer por la mano o por cualquier otra parte orgánica, porque no usamos una memoria perfecta, que es la de la cara: fundamental para vivir en sociedad y precaverse de los que tenemos demasiado vistos.
Si aprendéis a usar la memoria de los hechos como si viérais un rostro, con sus peculiaridades, jamás olvidaríais lo que sucede y, de ese modo, no podrían abusar de la desmemoria camino de la urna. Asociad a cada recuerdo una cara y os sorprenderá como permanece fiel en la memoria años y más años. Recordad que todas las cosas, sin se las registra, tienen un rostro humano y aprended a vérselo automáticamente. No es que lo tengan, no, es que en todo buscamos la apariencia humana, los dos ojos y la boca. Los coches, las máquinas, las nubes, las marcas... Este consejo es de oro.
Como ejercicio, buscad una foto de Zapatero, o de De la Vega que es más impactante: miradla bien, contadle las arruguitas del bigote y, acto seguido, concentraos en este documento histórico y feminista, o sea, el vale por seis polvos con la Lola y percibid que desagradable resulta la asociación.
No se si los psicólogos de después de Zapatero han estudiado una particularidad de la memoria: que no hay una sino varias, siendo la más exacta la que usamos para recordar las caras conocidas: capta los detalles, las proporciones entre uno y otro rasgo y lo conserva todo en buen estado.
Fijáos en que reconoceréis una cara nada más verla, pero no así una mano o una teta, por así decir. Todos los humanos -y las humanas más- nos parecemos mucho y no nos podemos reconocer por la mano o por cualquier otra parte orgánica, porque no usamos una memoria perfecta, que es la de la cara: fundamental para vivir en sociedad y precaverse de los que tenemos demasiado vistos.
Si aprendéis a usar la memoria de los hechos como si viérais un rostro, con sus peculiaridades, jamás olvidaríais lo que sucede y, de ese modo, no podrían abusar de la desmemoria camino de la urna. Asociad a cada recuerdo una cara y os sorprenderá como permanece fiel en la memoria años y más años. Recordad que todas las cosas, sin se las registra, tienen un rostro humano y aprended a vérselo automáticamente. No es que lo tengan, no, es que en todo buscamos la apariencia humana, los dos ojos y la boca. Los coches, las máquinas, las nubes, las marcas... Este consejo es de oro.
Como ejercicio, buscad una foto de Zapatero, o de De la Vega que es más impactante: miradla bien, contadle las arruguitas del bigote y, acto seguido, concentraos en este documento histórico y feminista, o sea, el vale por seis polvos con la Lola y percibid que desagradable resulta la asociación.
Y entonces seréis más libres, hijos mios.
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