REQUIEM POR UNA ESPAÑA OLVIDADA
Cuide el alumno de la Facultad de Falange de seguir el hilop argumental del sentimiento: dolor, pero orgullo del dolor. desesperanza, pero fe en el motor de los sueños que no esclavizan. Vehemente deseo de una España mejor.
Responda luego a una pregunta sencilla: ¿Cree que fue Quevedo un falangista histórico?
Atrás quedan los versos de Quevedo, las estrofas de Lope, los cantos de García Serrano, de tantos: todos por ti; bella entre las más bellas, tierra de mis amores, solar de mis mayores, memoria de mi vida. Hoy estás olvidada, yerma y abandonada por demodé.
Si, pues mentar tu nombre; es oprobio fascista, declarar tu realidad; anatema de progres, mentar tu real historia; es rubor y vergüenza para historiadores de carné encarnado, engordados con el salario de este mal gobierno.
Los vascongados hoy te llaman "El Estado", los errantes de la izquierda comunista, "El País", los emboscados del socialismo internacional, "comunidad de naciones". Yo pienso que es miedo: pues tu solo nombre temor y respeto impone, cuando es pronunciado, como tus tercios lo hicieron allá donde plantaban sus picas y formaban en cuadro.
Antes fueron los britanos, los gabachos, los herejes flamencos y el moro; tus enemigos. ¡Hay de ti!. Hoy tus enemigos se resguardan en los escaños de ese senado y aquel parlamento en el que tu nombre era gloria y tu imagen se guardaba con celo fiel y venerado respeto.
Sólo te queda el pueblo, tu pueblo, la esencia y la verdad; la realidad nacional, pues tu eres nosotros y nosotros somos tu. Mágica simbiosis de unas tierras y sus pobladores, de la memoria viva de nuestros lares y la historia que a golpe de pico y azada, de revolución y sablazo, vamos forjando.
Pues es lo que tus enemigos más temen; ya que ni rescribiendo mil veces nuestra historia, pueden borrar tu memoria, pues no puede separarse el alma de la carne. Los hechos son tozudos. Tú eres el alma, tu pueblo es tu carne.
Exhortar tu nombre en breve; será ejercicio clandestino, solo en susurros podremos mentarte los que nos sabemos parte de ti. Pues en tu solar reside el alma inmortal de tu pueblo, de mi tierra, de nuestras familias: eres nuestra identidad.
Sobre tu tierra di mis primeros pasos, tuve mis primeros amores. Tus aguas me quitaron la sed, tus campos me saciaron el hambre, y como yo; millones. Legiones de mis ancestros han hecho fértil tu suelo con su sangre y el sudor de su labor.
Hoy te quieren dar por enterrada, cuando no estás aún fenecida. ¿Cómo osan?. ¿Qué mortal puede firmar tu defunción?. Los que son mortales nada pueden contra ti, sólo contra tu pueblo, pues tu eres inmortal, eres nuestra memoria, la fe de nuestra existencia y la muestra perenne de nuestra identidad colectiva.
Recuerdo aquellos versos que el poeta te legó:
Un godo, que una cueva en la montaña
guardó, pudo cobrar las dos Castillas;
del Betis y Genil las dos orillas
los herederos de tan grande hazaña.
A Navarra te dio justicia y maña,
Y un casamiento en Aragón las sillas
con que a Sicilia y Nápoles humillas,
y a quien Milán espléndida acompaña.
Muerte infeliz en Portugal arbola
tus Castillos; Colón pasó los godos
al ignorado cerco de esta bola.
Y es más fácil, ¡oh España!, en muchos modos,
que lo que a todos le quitaste sola,
te puedan a ti sola quitar todos.
A ti España, península fértil y dorada, solar de mis mayores, tierra querida y desamparada, ¿quién puede negarte hoy?. Presente, pasado y futuro de generaciones; en nada la vil firma de unos malos gobernantes te puede ocultar, ni el nombre, ni el apellido, ni la gloria de tu dorada historia. La honra no te pueden arrebatar.
En esta hora oscura de torpe conspiración, sólo el grito de tu nombre, puede, tapar mil y una felonías, pues has visto más males que cualquier mortal; y sigues presente. Tu que viste perder a miles de tus banderas, a los muslimes cabalgar sobre tus tierras, a tus flotas naufragar y las llamas arrasar tus campos; sigues presente.
Malos gobernantes has alumbrado, indignos de tu gloria, pues esa gloria solo y siempre tu pueblo para ti la ha conquistado; desnudo, sin calzado, desarrapado, con peores armas y mal alimentado; pero siempre triunfante aún en la más amarga de las derrotas. Con la honra del saberse Español.
Para tu pueblo; las palabras del cantar:
Dios, que buen vasallo si obiera buen señor...
Y para ti el grito del buen soldado español:
¡Santiago, y cierra España!
Rector F. Franco
Responda luego a una pregunta sencilla: ¿Cree que fue Quevedo un falangista histórico?
Atrás quedan los versos de Quevedo, las estrofas de Lope, los cantos de García Serrano, de tantos: todos por ti; bella entre las más bellas, tierra de mis amores, solar de mis mayores, memoria de mi vida. Hoy estás olvidada, yerma y abandonada por demodé.
Si, pues mentar tu nombre; es oprobio fascista, declarar tu realidad; anatema de progres, mentar tu real historia; es rubor y vergüenza para historiadores de carné encarnado, engordados con el salario de este mal gobierno.
Los vascongados hoy te llaman "El Estado", los errantes de la izquierda comunista, "El País", los emboscados del socialismo internacional, "comunidad de naciones". Yo pienso que es miedo: pues tu solo nombre temor y respeto impone, cuando es pronunciado, como tus tercios lo hicieron allá donde plantaban sus picas y formaban en cuadro.
Antes fueron los britanos, los gabachos, los herejes flamencos y el moro; tus enemigos. ¡Hay de ti!. Hoy tus enemigos se resguardan en los escaños de ese senado y aquel parlamento en el que tu nombre era gloria y tu imagen se guardaba con celo fiel y venerado respeto.
Sólo te queda el pueblo, tu pueblo, la esencia y la verdad; la realidad nacional, pues tu eres nosotros y nosotros somos tu. Mágica simbiosis de unas tierras y sus pobladores, de la memoria viva de nuestros lares y la historia que a golpe de pico y azada, de revolución y sablazo, vamos forjando.
Pues es lo que tus enemigos más temen; ya que ni rescribiendo mil veces nuestra historia, pueden borrar tu memoria, pues no puede separarse el alma de la carne. Los hechos son tozudos. Tú eres el alma, tu pueblo es tu carne.
Exhortar tu nombre en breve; será ejercicio clandestino, solo en susurros podremos mentarte los que nos sabemos parte de ti. Pues en tu solar reside el alma inmortal de tu pueblo, de mi tierra, de nuestras familias: eres nuestra identidad.
Sobre tu tierra di mis primeros pasos, tuve mis primeros amores. Tus aguas me quitaron la sed, tus campos me saciaron el hambre, y como yo; millones. Legiones de mis ancestros han hecho fértil tu suelo con su sangre y el sudor de su labor.
Hoy te quieren dar por enterrada, cuando no estás aún fenecida. ¿Cómo osan?. ¿Qué mortal puede firmar tu defunción?. Los que son mortales nada pueden contra ti, sólo contra tu pueblo, pues tu eres inmortal, eres nuestra memoria, la fe de nuestra existencia y la muestra perenne de nuestra identidad colectiva.
Recuerdo aquellos versos que el poeta te legó:
Un godo, que una cueva en la montaña
guardó, pudo cobrar las dos Castillas;
del Betis y Genil las dos orillas
los herederos de tan grande hazaña.
A Navarra te dio justicia y maña,
Y un casamiento en Aragón las sillas
con que a Sicilia y Nápoles humillas,
y a quien Milán espléndida acompaña.
Muerte infeliz en Portugal arbola
tus Castillos; Colón pasó los godos
al ignorado cerco de esta bola.
Y es más fácil, ¡oh España!, en muchos modos,
que lo que a todos le quitaste sola,
te puedan a ti sola quitar todos.
A ti España, península fértil y dorada, solar de mis mayores, tierra querida y desamparada, ¿quién puede negarte hoy?. Presente, pasado y futuro de generaciones; en nada la vil firma de unos malos gobernantes te puede ocultar, ni el nombre, ni el apellido, ni la gloria de tu dorada historia. La honra no te pueden arrebatar.
En esta hora oscura de torpe conspiración, sólo el grito de tu nombre, puede, tapar mil y una felonías, pues has visto más males que cualquier mortal; y sigues presente. Tu que viste perder a miles de tus banderas, a los muslimes cabalgar sobre tus tierras, a tus flotas naufragar y las llamas arrasar tus campos; sigues presente.
Malos gobernantes has alumbrado, indignos de tu gloria, pues esa gloria solo y siempre tu pueblo para ti la ha conquistado; desnudo, sin calzado, desarrapado, con peores armas y mal alimentado; pero siempre triunfante aún en la más amarga de las derrotas. Con la honra del saberse Español.
Para tu pueblo; las palabras del cantar:
Dios, que buen vasallo si obiera buen señor...
Y para ti el grito del buen soldado español:
¡Santiago, y cierra España!
Rector F. Franco
1 Comments:
Los vascongados están mamados.
Los catalanes están mochales
JJ.
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